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Isolde

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Isolde Meier.



Guanajuato se agobiaba bajo los rayos apremiantes de un julio a contrabandera y cualquiera de los estudiantes de ingeniería que pasábamos en la ciudad una temporada de suplicio inspeccionando maquinaria minera, eran igual de funestos los abochornantes días de superficie que la asfixiante noche subterránea.

Aquel domingo 13 de julio, de un año que el tiempo ha difuminado, soportábamos el sol a la sombra escasa de unos árboles cuando ella pasó a unos metros de nosotros. El blanco era su insignia. El cabello revuelto y el paso apurado, ignoraba los silbidos y clamores que llegaban por todos lados.

-Esa es la mujer de mi vida- les dije a mis compañeros, con un arrepentimiento inmediato por el pensamiento en voz alta.

No tardaron en retarme a ir "por la mujer de tu vida". Y ya se sabe que a esa edad, los retos de los condiscípulos son un oráculo. Así pues, me levanté dispuesto a jugarme la vida.
Caminé unos pasos y su figura (que empezaba a alejarse más y más) me detuvo en seco. Volví la cara a los demás y supe que si retrocedía en ese momento, el arrepentimiento iba a ser eterno.

-Ya se chingó la cosa-, pensé; ajusté el ánimo y corrí detrás de ella.

Se había detenido a ver un mostrador lleno de piedras minerales y geodesas. Me coloqué a un lado y por detrás de lla y solté la primera frase que se me vino a la mente, "¿te gustan los minerales?" Volvió la cara (recuerdo aún el aroma de su pelo) con un gesto que pasaba de la sorpresa a la molestia y de nuevo a la sorpresa.

-¿Pardon, Qu'est-ce que disais? - y seguro puse una cara de estúpido de lo más chistosa, porque ella rió a mares. Adiviné que sería francés, pero el único idioma extranjero con el cual había yo batallado desde la infancia, era el inglés, así que le espeté una pregunta en ese idioma.

-You speak english?-
-Non, non! Ne parle pas Anglais, seulement français et quelque chose d'allemand- Ahí supe que quería aprender francés.

Me miraba y reía divertida, y yo no sabía cómo decirle nada. Intenté el universal lenguaje de las señas y logré llevarla a una cafetería cercana.

-Yo me llamo Miguel Ángel- Sonrisa hermosa y ojos que inquirían por el sujeto que la trataba de entender al frente.

-Je m'appelle Isolde-

Y de algo me sirvió, por primera vez, mi necedad de leer todo cuanto caía en mis manos y me sentí feliz de "ser tan culto".

-Como Isolda, de Wagner... ¿Tristán e Isolda?-
-Oui, comme dans l'opéra- dijo con una mirada que me hizo comprender que no debería mencionar nunca más la relación con la obra de Wagner.

Fue una semana inolvidable. Y después, un ir y venir a Guanajuato para verle y estar con ella. Y así pasaron los meses, entre lecciones de francés, de español, de besos furtivos, primero y después, besos que acompañaban a la carne trémula. Un ir y venir a mirar el mundo de manera distinta y encontrar el sentido de la cosas, los seres, los objetos y la naturaleza misma. Hasta que llegó el día en que tuvo que regresar a su país. Lloramos muchos días de víspera y muchos días más prometí que iría un día, que acabaría lo que tenía pendiente de la escuela y Francia sería después un lugar para aprender juntos otra parte de la vida.

El camino desde Guanajuato hasta el aeropuerto de la ciudad de México, fue uno de los más grandes martirios de mi vida.

-Les bougies seront blanches, tu te rendras déjà compte-

Sólo atinaba a abrazarla y a besarla.

Y ese día, cuando la dejé en el aeropuerto, lloré amargamente.

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From: miguel angel torres vera
Reply-To: miguel angel torres vera
To: Isolde Meier
Date: Fri, 18 Mar 2005 18:28:49 -0600
Subject: Les bougies sont blanches, comme je t'ai dit

Y cómo carajos le digo que no, que no son blancas, que ya han sido negras, para ella y para mí y que otros aires bandean las mías y que su pelo, sigue siendo tan negro como ese día.

Buenas noches

2 comentarios

tenteenelaire -

Amor que estás en la maravillosa Galia... te espero con los latidos del corazón retumbando en mi pecho, con el amasijo de mis tripas y de mi corazón dispuestos a abrazarte y saber que todo ha pasado y que somos, como siempre, NOSOTROS.

Macutena -

La maravillosa Galia te devolvera el amor.