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15 meses ...

15 meses ... Hace ya un año y tres meses que por la gracia del Gran Imán del Tiempo, una mujer maravillosa decidió unir su vida a este pobre hombre. Recuerdo el día en que me supe enamorado de ella: estaba yo aquí, en Pachuca y quería darle la “sorpresa”. Había mandado tulipanes a la mujer que conocía ya hace más de un mes y esperaba verla cuando saliera de su clase de Tai-Chi. Después de dar dos o cuatro vueltas al Parque Hidalgo, casi había perdido la esperanza de mirarle. Aún así, esperaba sobre la calle de Madero por si la Suerte me favorecía. A punto de tomar un taxi de regreso, salió... Vestía una blusa blanca y un pantalón del mismo color. El pelo, como regularmente lo lleva, un poco revuelto y caminaba de una manera... Como camina siempre. La reconocí inmediatamente (ya desde entonces empezaba a conocerla) y sentí un revoloteo especial en la panza. Un vacío se abrió a mis pies y una especie de “flash” me cegó por un instante. Recuerdo que me dije: “¡ya valió madre!” Y era una expresión que en cierta forma representaba una manera de decir que “se me había salido de control”, que desde ese momento, ya mis actos se dirigían a buscar la manera de ser-con-ella.
Corrí para alcanzarla y este trayecto, de una esquina a la otra, fue sólo una imagen de sus ojos y su boca, como si no existiera más nada. Cuando estuve a unos metros de y me percaté de que no me había visto, dudé en llamarla. Fue como pararse al borde del abismo (ese abismo maravilloso que es amarla) y pensar: “¿me aviento o no?”
Un año y tres meses después, sigo convencido de que el momento en el cual decidí “aventarme”, lo voy a bendecir todo el resto de mi vida. Ha sido la mejor “cosa” que he hecho y eso es simplemente maravilloso.

3 comentarios

Nancy -

Yo no me canso de agradecerte "aventarte" a compartir tus dias conmigo. te amo

tenteenelaire -

¡Exacto! No conozco otra forma.

Un abrazo desde estas tierras mexicanas.

Manel -

De lo cual se deduce que conviene "aventarse" y repirar muy juntos...